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Argentina atraviesa uno de sus momentos más delicados desde la asunción de Javier Milei a la presidencia.En cuestión de semanas, el optimismo inicial sobre su agenda de reformas dio paso a una oleada de dudas, volatilidad cambiaria y nerviosismo en los mercados. El detonante más visible fue la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires frente al peronismo, pero el trasfondo es mucho más profundo: reservas en rojo, déficit fiscal, inflación persistente y una creciente dependencia de apoyos externos.

La economía en jaque: reservas y dólar bajo presión

El peso argentino, históricamente frágil, ha sufrido nuevas embestidas en las últimas semanas. Pese a intervenciones del Banco Central (BCRA), que llegó a vender más de 1.000 millones de dólares en pocos días, la depreciación no logra contenerse. Las reservas netas del BCRA se encuentran en niveles críticos, incluso negativas según cálculos privados. Este drenaje continuo explica por qué la confianza de inversores y ciudadanos sigue erosionándose.

En este contexto apareció la polémica declaración del Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent. “No estamos poniendo dinero en la Argentina, le estamos dando una línea de swap”, afirmó. Sus palabras fueron interpretadas como un freno a las expectativas: no habrá un rescate directo con dólares frescos, sino un mecanismo de intercambio de divisas que daría algo de oxígeno al BCRA. Para los mercados, fue una señal de que el respaldo externo existe, pero será limitado y condicionado.

La línea de swap permitiría al BCRA acceder a liquidez en dólares sin agotar por completo las reservas propias. Sin embargo, no resuelve el problema de fondo: el desbalance estructural entre la necesidad de divisas (para importaciones, deuda y ahorro de los argentinos) y la oferta real de dólares en la economía.

Mercado en alerta: bonos y peso castigados

La reacción de los mercados no se hizo esperar. Los bonos argentinos en dólares, que habían tenido un respiro inicial ante la expectativa de un apoyo estadounidense, volvieron a caer en cuanto quedó claro que no habría “inyección directa” de fondos. El peso, por su parte, perdió más de un 5% tras la derrota del oficialismo en Buenos Aires, un resultado político leído como un serio obstáculo para el gobierno.

La combinación es peligrosa: deuda en caída, moneda bajo presión y una inflación que sigue sin ceder. La credibilidad en la capacidad del gobierno para sostener sus planes económicos está en juego, y cada nueva señal de debilidad política o financiera multiplica las dudas.

Correctivos en marcha: ajuste fiscal y reformas

El gobierno insiste en la necesidad de disciplina: recortar gastos, reducir el déficit fiscal y evitar la emisión de pesos para financiar al Estado. La llamada “motosierra” de Milei prometía recortar de manera drástica el gasto público, pero la realidad política y social ha limitado su alcance. Cada ajuste encuentra resistencia en sindicatos, gobernadores y oposición legislativa.

En paralelo, la estrategia se apoya en apoyos externos: además de la línea de swap con Estados Unidos, el gobierno busca un mayor involucramiento del FMI y de acreedores privados. También ha mencionado esquemas de compra de deuda argentina en el mercado secundario por parte de EE.UU., así como fórmulas de participación en ganancias futuras. Todo esto, sin embargo, todavía está en fase de negociación.

El dilema central es claro: sin dólares, no hay estabilidad cambiaria. Sin credibilidad política, no hay acceso fluido a dólares. La ecuación luce compleja.

El factor político: elecciones y fracturas

El plano político explica buena parte del viraje de confianza. El 7 de septiembre de 2025, en las elecciones provinciales de Buenos Aires, el oficialismo sufrió una derrota frente al peronismo. Este resultado fue mucho más que un tropezón local: se interpretó como un quiebre del aura de invulnerabilidad de Milei y como una señal de que la oposición conserva fuerza territorial y capacidad de bloqueo legislativo.

Las próximas elecciones legislativas nacionales, fijadas para el 26 de octubre de 2025, serán decisivas. Allí se renovará parte de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Hasta hace unos meses, las encuestas colocaban a la coalición oficialista “Fuerza Patria” con ventaja o al menos empatada frente al peronismo. Tras la derrota en Buenos Aires, las encuestas comenzaron a inclinarse en favor de la oposición, debilitando el capital político del presidente.

El mensaje para los inversores es contundente: si Milei pierde margen legislativo, su capacidad de avanzar con reformas estructurales se verá drásticamente reducida. La gobernabilidad está en entredicho y con ella, la viabilidad de cualquier plan económico.

Perspectivas: corto y mediano plazo

A corto plazo, Argentina seguirá enfrentando un escenario de alta volatilidad cambiaria. El peso continuará bajo presión, salvo que entren dólares de manera significativa vía swap, exportaciones o inversiones. El Banco Central probablemente siga interviniendo, aunque cada vez con menos municiones. En paralelo, los precios seguirán subiendo, afectando el poder adquisitivo de la población y alimentando la tensión social.

A mediano plazo, la clave será la credibilidad. Si el gobierno logra un ajuste fiscal sostenible, evita nuevas emisiones monetarias y consigue consolidar respaldo internacional, podría encaminar una lenta estabilización. Pero los riesgos de recesión profunda, default o nuevas devaluaciones abruptas son reales si las correcciones no llegan a tiempo.

En conclusión, la crisis de confianza en Argentina es tanto económica como política. La derrota en Buenos Aires funcionó como chispa, pero el combustible ya estaba acumulado: reservas agotadas, inflación persistente y una sociedad cansada de promesas incumplidas. El futuro inmediato dependerá de si el gobierno consigue apoyo externo y disciplina interna, o si la economía entra en un ciclo de mayor inestabilidad. En cualquier caso, los próximos meses hasta las legislativas serán determinantes para saber si el plan de Milei logra sobrevivir a su primer gran prueba.

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Última Actualización: octubre 3, 2025